Cómo vivir

16/05/2011 at 22:49 (Historias, Trajedia)

Cómo Vivir

 

La mejor manera de vivir es peleando contra la vida.

Aunque no puedas ganar nunca te rindas.


El pequeño Tim era un diablillo de 8 años. Saludable, con una energía inagotable para correr por todos lados y siempre llevaba acuestas su mejor arma, su sonrisa. Una encantadora sonrisa que lo salvaba siempre de los duros regaños de su madre, o de la vecina a la que solía robarle las naranjas de su árbol favorito y sin duda lo salvó de recibir un par de golpes del pescadero del muelle por “toar prestado sin permiso” su red de pescar.

Tim era conocido en el pueblo, era ese bichito que correteaba todo el día de un lado para otro y que todos miraban pasar. Del mismo modo era muy conocida su madre, Narcissa. Era una muchacha con ese encanto especial, no era nada fuera de lo común…pero esa sonrisa que le heredó a su hijo hacía que no pasara desapercibida por ningún hombre.

Su esposo era pescadero, se iba de la casa con el alba y retornaba con las primeras luciérnagas.

Era una familia sencilla en un pueblo sencillo.

Pero la vida no es sencilla.

Un viernes de mayo la pesca no fue tan buena, eran tiempo difíciles y el padre de Tim decidió adentrarse unas cuantas millas más en el mar. El sol comenzaba a caer y el cielo se pintaba de naranja mientras Tim jugaba con otro dos niños. Todos chillaban emocionados con el juego, Tim era el capitán de su “tripulación” y andaban buscando un tesoro por la playa, buscaban algo mas interesante que unas simples conchillas o cangrejos.

-¡Allá hay algo!- gritó Tim y todos fueron hacia donde señalaba.

-¡Es el tesoro!- gritó otro.

-¡Genial!-

-¡Yo lo quiero!- pidió otro.

-¡No es mio!-

-¡Es mío- y así comenzaron a pelearse por su tesoro, que no era otra cosa que un pedazo de ancla viejo y torcido como un extraño bastón.

-¡Ya!- gritó Tim poniendo orden- ¡Soy el capitán y soy el que se queda con el tesoro!- Dijo tomando el “tesoro” y poniéndolo tras su espalda para que no se lo arrebatasen. Los otros niños empezaron a protestar y trataban de quitárselo, pero Tim era muy rápido.

Y de un momento a otro Tim estaba corriendo hacia el pueblo sacándoles la lengua mientras reía por su victoria.

-Jejeje Tontos- dijo feliz, sabia que se enojarían, pero el sólo quería ir a mostrárselo a su madre, después regresaría con ellos para compartirlo.

Corrió y corrió hasta llegar a su casa, llegó a la puerta y se estiró todo lo que pudo para alcanzar la perilla y con mucho esfuerzo logró girarla, luego empujó la puerta, sólo un poco y entró. Se asomó por la puerta de la cocina y un grito lo detuvo.

-¡LARGO DE AQUÍ!-

Dos extraños hombres en su cocina no le preocupan demasiado, no está acostumbrado a desconfiar de nadie…pero la expresión de terror de su madre le afecta demasiado, el miedo se ciñe en su pequeño pecho y comienza a temblar.

-¡CÁLLATE!- grita uno de los extraños – Danos lo que tienes, no intentes ocultarlo que te irá peor – Advierte acercándole el gran cuchillo que sostiene al vientre de la muchacha.

-¿Qué…Qué no entienden que no tenemos nada?!- pregunta con un hilo de voz. Mirándolos a los ojos sucesivamente, ambos son grotescos, harapientos y hieden a alcohol. El repugnante olor llega al pequeño Tim quien siente nauseas y comienza a sudar frío. Toma en ambas manos el hierro del ancla que encontró y lo abraza a su pecho tratando de entender qué es lo que ocurre.

-¡Ya me cansó!- gritó el otro hombre desesperado, ese sostenía un gran bate de madera. –Le sacaré el dinero a golpes- dice furioso levantando su bate, pero es detenido por su compañero.

-Espera un momento, podemos divertirnos un rato más- le susurra lascivo.

-Váyanse de mi casa…¡BASTARDOS!- Narcissa tiene miedo, mucho miedo. La tienen acorralada.

-¿¡Qué dijiste?!- grita el que sostiene el cuchillo, dispuesto a no dejarse insultar, ambos se acercan más a la mujer.

-¡A…aléjense de mi des…desgraciados!- dice entre gemidos mientras rompe a llorar. Encolerizados y guiados por el alcohol se abalanzan sobre ella.

Uno a uno, Tim ve paralizado como le llueven golpes secos  a su madre. Un cuchillo atraviesa por segunda vez el pecho de Narcissa y el pequeño grita.

Un grito desgarrador.

-¡MAMÁ!-

El cuerpo cae. Es demasiado tarde para ella.

Tim corre a su lado.

-¡Mama! ¡Mamá!- grita hipando una y otra vez. Moviéndola para que reaccione. Su rostro empieza a enfriarse y aún está húmedo por las lágrimas.

-¡¿Y este mocoso que hace aquí?!- pregunta el hombre del bat empujando al pequeño quien sigue temblando mirando a su madre en el piso.

-¡Mamá levántate!- sigue gritando una y otra vez, no queriendo entender que es lo que ocurre. Sus piernas no pueden sostenerlo mucho más y cae al piso mientras gruesas lágrimas recorren sus mejillas. Sus sollozos no paran al oir como le gritan que se calle, el miedo y el olor a alcohol ahora le producen arcadas interrumpiendo unos segundos su llanto cuando se acercan y le agarran del cabello gritando que deje de chillar. Lo vuelven a empujar una y otra vez.

-¿Acaso quieres que te rebane la garganta niñito?- pregunta acercándole el cuchillo a la cara. Es cuando el pequeño reacciona, contiene el aliento y se levanta para comenzar a correr hacia la puerta. Aún tiene entre sus manos el pedazo de ancla cuando llega al marco de la puerta.

-¡AYUDA!- Grita cuando está atravesando el jardín, esperando que alguno de los vecinos lo escuche, pero lo empujan por atrás y cae de bruces al suelo, recién dandose cuenta que tiene raspadas las rodillas.

-¡Cállate!- le gritan, asustados de que alguien lo haya oído. El niño trata de gritar otra vez, pero la amenaza del cuchillo lo silencia.

-¡Estás muerto niño!-Lo patean, pierde el aliento. Y de pronto sabe que no puede huir. Sabe que nadie vendrá.

Y sabe que va a morir igual que su madre.

Pensó en rendirse, no tenía caso…pero el dolor de ver a su madre caer le hizo entender algo…

Un niño de 8 años entendió lo que mucha gente no entiende en toda su vida. Debía pelear si quería vivir. Y si iba a morir….iba a pelear hasta morir.

Tim aprieta el hierro entre sus manos, levantándolo, listo para atacar. Gruesas lágrimas recorren su pequeño rostro. Y se lanza contra el par de borrachos tratando de golpearlos.

El padre de Tim regresó de su pesca más tarde ese día, feliz por haber pescado algo bueno.

Encontró el cuerpo de su hijo en medio de su jardín, sobre los narcisos. El de su esposa seguía en la cocina. Se llevaron todo lo de valor.

El entierro fue al día siguiente.

La lápida de Tim decía “Hijo querido”

Todos decían que perdió la vida al encontrarse con un par de ladrones, que era un buen niño y que no pudo huir a tiempo de ellos. Todos decían “Pobre Tim, trató de escapar pero…”

Lamentaciones y alusiones a lo bueno que era.

Palabras vacías, vagas y sin nombre. Esas palabras parecían blasfemas y ofensivas.

Su alma dolía por las palabras que jamás fueron escritas en su lápida.

Su alma dolía Porque nadie escribió la verdad.

Nadie supo que murió peleando.

No esperes que alguien te proteja de los monstruos,

no esperes que alguien te aleje de la crueldad.

Haz lo mejor para ti mismo y pelea.

Dale la cara a la vida, enfrenta tus miedos, pelea hasta el fin.

 

Muere peleando y habrás vivido de verdad.

Fin

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